martes, 23 de octubre de 2018

Se refleja una nueva vida

Comenzamos todo este proceso sabiendo que nos cambiaría la vida, pero no pensabamos que tanto.

Llegaste antes de tiempo poniendo nuestro mundo patas arriba. No podíamos hacernos a la idea que, aquello por lo que habíamos luchado y caminado tanto, llegaba a nuestras vidas.

Días previos de incertidumbre y miedo por si estabas bien dentro de mí, no comías lo suficiente y podíamos perderte. Solo pensar por un instante en esa idea nos mataba. No podíamos perderte, ahora que te teníamos tan cerca.

Llegaste el día 15, por cesárea, así que la manera de entrar en este mundo fue un poco fortuita. Tan pequeñita, aparentemente tan indefensa, pero a la vez tan fuerte y agarrándote a la vida cómo hiciste desde el primer momento.

Te miro y recuerdo el instante de la implantación. Es alucinante como de un par de células crece un ser tan maravilloso como tú.

Te miro, tan pequeñita, y sé que eres lo mejor que nos ha pasado en la vida.

Te miro, tan indefensa, y sé que lucharemos por darte la seguridad que necesitas.

Te miro, con tantas ganas de vivir, y sé que haremos todo lo posible porque disfrutes de la vida cómo te mereces.

Todavía no podemos disfrutar de ti cómo nos gustaría. Venir tan pronto a este mundo no te ha dado la energía suficiente para enfrentarte a él. Y la necesitarás, porque lo que te espera ahí afuera es toda una aventura con sus alegrías y sus penas, con sus caminos llanos y sus caminos empedrados. Pero tranquila, si caes, aquí estaremos para ayudarte a levantarte, las veces que haga falta.

En estos pocos días de vida que tienes nos estás demostrando a todos tu fortaleza, tan pequeña, aparentemente tan indefensa, pero con una fuerza y ganas de vivir que ya querrían muchos adultos tener.

Mi vida, sigue caminando pasito a pasito como estás haciendo para salir de este primer obstáculo que te ha puesto la vida.

Camina, pasito a pasito, creando nuestros recuerdos más maravillosos del mundo.

Pasito a pasito irás creando tu vida, no corras no hay prisa, seguiremos tu ritmo.


Antes de terminar decirte dos cosas:

Perdona por nuestros tropiezos, que tendremos unos cuantos, contigo aprenderemos cada día.

Gracias, millones de gracias por venir a alegrarnos e iluminar nuestras vidas. 

Sin lugar a dudas eres el mejor de los regalos, eres lo mejor que nos ha podido pasar en la vida.

Bienvenida a esta gran aventura que es tu vida.

sábado, 6 de octubre de 2018

El reflejo de una ausencia

20 años en la vida dicen que no son nada, pero 20 años de ausencia son muchos momentos, muchos instantes perdidos. 20 años desde aquel 6 de octubre de 1998 en el que te marchaste. 20 años desde el día que tuve que hacerme a la idea de no volverte a ver. 20 años desde que tuve que decir adiós a la persona más importante de mi vida. 

Y cuando se cumplen 20 años de ese adiós, en unas semanas diré hola a la persona que desde ese instante será la persona más importante de mi vida. 

Y no estás presente. No estás para aconsejarme. No estás para apoyarme. No estás para verme feliz. No estás para ser abuela.

Podrás imaginar lo que te he echado de menos en todo el proceso. Podrás imaginar todo lo que te voy a echar de menos.

Nos queda tu recuerdo y sonrío cuando pienso en ti. Sonrío por la suerte que he tenido de compartir mi vida contigo, aunque fueran pocos años. Sonrío por lo feliz que me hace pensar que fuiste mi madre, la mejor. Sonrío porque en cada imagen tuya que me viene a la cabeza, siento tu compañía. Porque no tendremos tu presencia, pero sí tu recuerdo y el sentimiento dentro de nosotros.

Irene sabrá quién eres. Sabrá quién fuiste y lo importante que eras y eres en mi vida. En su corazón crecerá el sentimiento y el recuerdo de su abuela, aunque no pueda verla, ni tocarla.


20 años sin ti. 20 años con tu recuerdo.


viernes, 7 de septiembre de 2018

Reflejando la esperanza en cada minuto


Cada minuto, cada hora se hace interminable. 



Es curioso porque después de tantos años los momentos que se estaban haciendo más largos eran los periodos más cortos. Un día, solo un día tardaron en decirnos cuántos de los ovocitos habían sido fecundados y la espera fue eterna. El alivio fue mayúsculo cuando vimos el número: 11 habían sido fecundados ¡un equipo de fútbol! O como decía Javi, uno de fútbol sala que así tenemos suplentes, jejeje.

Escribí corriendo a la secretaria del cardiólogo para que me pudiese decir cómo había salido la resonancia, cómo estaba la aorta y si podría afrontar un embarazo múltiple, necesitábamos saber si podía transferirme dos embriones. Al final, seguramente solo fuese uno porque el ginecólogo no quería correr tanto riesgo, pero para mí la opinión importante era la del cardiólogo… ¡vía libre a dos embriones! La aorta está estancada y no crece más, así que la noticia no podía ser mejor, ¡y que siga así! Ahora todo depende de la decisión del ginecólogo, aunque lo dejó muy claro “me da igual lo que diga el cardiólogo”. ¿Acabaré discutiendo con él? Con dos hay más posibilidades de que uno agarre, pero ¿y si agarran los dos?

Y si la espera de un día fue eterna imaginaos la semana que nos esperaba hasta el momento de la transferencia. No sabíamos cuántos seguían vivos, cuántos estarían sanos. Podía llegar el día de la transferencia que no hubiese transferencia porque ninguno había sobrevivido o porque ninguno estaba sano. Sinceramente, en estos momentos no sabes si pensar positivo o ponerte en lo peor para que el palo, en caso de que lo haya, sea más llevadero.

No sé, las sensaciones de esos días fueron muy raras. Había 12 embriones esperando y creciendo. Todo era muy extraño, parte de nosotros estaba en un laboratorio intentando salir adelante, no sé, sé que son solo unas células, pero es parte de nosotros… es una sensación muy rara.

Creo que en todo este proceso el lado más positivo lo está llevando Javi y por supuesto la gente de alrededor que lo sabe. No lo sabe todo el mundo, en un primer momento nos hubiese gustado que no lo supiese nadie, pero con la familia que tenemos más cerca es muy complicado mantenerlo en secreto, así que a los que vemos todos los días se lo hemos dicho y con los que podemos guardar el secreto porque nos vemos menos les daremos el sorpresón cuando llegue. Es algo que echamos de menos de un embarazo convencional, que no hay preparación previa, es una sorpresa para todos y no quiero perderme ese momento en algunos de mis familiares, quiero ver esa cara de sorpresa y alegría en aquellos que no saben nada de cómo va el proceso.  Así que vamos a tener de todo la alegría de los que han sufrido con nosotros todo este proceso y el sorpresón de los que no sabían nada. Sin lugar a dudas, van a ser momentos para el recuerdo.

Bueno, pues la transferencia llegó, ya os digo, 5 días que fueron eternos, creo que los meses entre consulta y consulta no se nos hicieron tan largos. Cita a las 8 de la mañana en pleno centro de Madrid, huelga de RENFE (por suerte se desconvocó), lluvia y viento… un viaje de media hora se podía convertir en una hora y media, así que tocó madrugar, no queríamos tener los nervios de un atasco más los nervios de ver que no llegábamos a la hora con los nervios que llevábamos de serie por el día tan importante que era.

Al final, llegamos una hora antes, jajaja, pero mejor así, más tranquilidad. Comenzamos a pensar en cuántos embriones me iban a transferir. Javi opinaba más como el ginecólogo es mucho riesgo para mí un embarazo múltiple, creo que las inmensas ganas que tengo de ser madre no me deja pensar con claridad y ver que tiene razón, el cardiólogo ha dado el visto bueno, pero el riesgo sigue estando. Menos mal que siempre está Javi conmigo para ayudarme a ver la realidad, ya sabéis que a veces viajo demasiado por las nubes, jejeje. Al final teníamos más claro que la transferencia sería uno, pero todo dependía de los embriones sanos que quedasen para futuros intentos.
“Ha llegado el informe, hay embriones sanos, la transferencia sigue adelante”. Estas fueron las palabras de la enfermera que nos esperaba para acompañarnos a la transferencia. Ya no era momento de pensar en qué hubiese ocurrido si no hubiese sobrevivido ninguno ¡había alguno vivo! La tranquilidad que llevaba fue desapareciendo, había posibilidades de seguir adelante.

Después de prepararnos para entrar en la sala donde iba a ser la implantación, nos dejaron un rato allí solos. Salió por una ventanita la embrióloga y nos dijo que nuestros embriones estaban geniales, que habían llegado muy bien a ese día y que eran muy bonitos, jajaja. No sé cuanto tiempo estuvimos allí los dos solos hasta que llegó la doctora y la enfermera, pero marujeamos todo lo que había por allí y es que a nosotros no nos pueden dejar solos en una sala con tantas cosas con lo que nos gusta cotillear, jajaja

Ains que la puerta se abre y llega la doctora con el informe, ahí ponía cuántos embriones seguían adelante. Comenzamos con 11 y al final quedaron 8 para el DGP, 3 se quedaron por el camino, pero 8 resistieron y aguantaron 5 días. Un DGP difícil de aguantar para unos embriones de poco más de 10 células. Y es que a estos embriones les tienen que extraer unas dos células para poder analizar si contienen la mutación o no. Esto nos alucina, como la ciencia consigue esto, saber cuál está sano y cuál no ¡es increíble!

4 embriones. El 50% de nuestros pequeñuelos estaban sanos, un gran número para poder conseguir nuestro propósito: ser padres. La idea de solo un embrión en la transferencia ya no me parecía tan descabellada, quedarían 3 congelados para próximos intentos. Así que nos animó muchísimo saber ese número.

La verdad que el momento de la transferencia es rarísimo, van a implantarte un bichillo que sí todo va bien será tu bebé en 9 meses. Tumbada en la camilla, aparece por la ventanita la embrióloga con la cánula con el embrión, me pregunta mis apellidos y ale la doctora introduce la cánula para dejar el embrión en su sitio. Javi y yo lo vemos todo por el ecógrafo, menos mal que nos los explican porque ahí no se ve nada, jajaja, un pequeño destello nos da el indicativo para saber qué la está colocado en su sitio o eso pensábamos. ¡El embrión se había quedado pegado a la cánula y no había salido! Menos mal que el procedimiento cuando le pasan de nuevo la cánula a la embrióloga es de mirar por el microscopio si se ha soltado o sigue ahí y el “condenao” seguía ahí, no se había soltado. Por suerte, a la segunda fue la vencida y se quedó en su sitio y esperemos que por mucho tiempo.

¿La sensación al salir? Rara y es que las sensaciones en este proceso no se pueden definir de otra forma: son raras. Sabes que tienes algo ahí, pero como no sientes nada, pues no sabes que sentir. Alegría por ver más cerca el fin, miedo porque sabes que puede que no agarre, son tantos sentimientos juntos que es algo muy extraño.

Comenzaba la mayor espera de nuestras vidas: la Betaespera. 10 días de espera hasta el análisis de sangre que mide la hormona que segrega el embrión: Beta, hasta ese día no se sabría si estaba embarazada o no. Eran solos 10 días, pero fueron interminables.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Comienzan a reflejarse los últimos pasos


Comenzamos a recorrer los últimos kilómetros y ahora sí, ¡todo va rapidísimo!

El primer paso es comenzar a tomar la píldora anticonceptiva para que los ovarios descansen y se encuentren en plena forma para cuando tengan que crear más de un óvulo.



Con respecto a esto he tenido el mayor despiste de toda mi vida, jajaja. La doctora me dio el nombre del medicamento y me dijo que tenía que tomar ácido fólico pues yo confiada por lo que había dicho la doctora pensaba que ese medicamento era solo ácido fólico. Lo compré y me lo tomé sin más. Me enteré que era la píldora anticonceptiva cuando tuve que volver a comprar y me dijo el farmacéutico que eso no era ácido fólico, que era todo lo contrario para querer quedarse embarazada, jajaja, imaginaos mi cara cuando me lo dijo, no me cuadraba para qué me habían mandado la píldora si lo que ¡yo quería era quedarme embarazada! Y es que la doctora no me había explicado nada y yo tampoco había preguntado. A mí me dijo “tómate esto” y yo le hice caso, jajaja. Gracias a internet entendí el porqué de esa prescripción y me quedé más tranquila. Pero imaginaos la cara del farmacéutico en plan “esta tía que no sabe ni lo que se toma” jajaja. Y así es, así que desde entonces me he prometido a mí misma en que me voy a leer el prospecto de todo lo que me manden, jajaja.

Por suerte, no tuve ningún efecto secundario que dicen que da la píldora, así que genial. Mi cuerpo parece que está acostumbrado a las medicaciones porque me estaba tomando la píldora, para bajar el TSH, el ácido fólico y la pasti para la aorta, vamos todo un completo y mi cuerpo como si nada.

En la siguiente revisión vieron los ovarios descansados y preparados para comenzar todo el proceso hormonal, así que abandonamos la píldora.  Nos explicaron en un taller, junto a otras parejas, en qué consiste todo el ciclo hormonal, la punción (cuando extraen los óvulos), la fecundación y la transferencia (el momento en el que implantan los embriones). Agradecimos mucho ese taller porque sales con las ideas más claras y te das cuenta que ya comienza el final del proceso ¡Nervios!

Pocos días después comenzó la Quimicefa y los pinchotazos. De la Quimicefa se encargaba Javi porque mi pulso no me dejaba realizar la mezcla y al muchacho se le daba bastante bien. Se hizo con la técnica en un periquete. Los pinchotazos eran cosa mía, en total en 13 días me pinché como unas 30 veces. Comencé con un pinchazo al día, luego dos y al final tres. Solo el último día volví a solo un pinchazo. ¡Mi tripa era un colador! Además, me debió dar reacción y salieron más granitos, así que os podéis imaginar, jejeje.

Durante los 13 días del ciclo hormonal, la verdad que no noté mucho. Si es cierto que hacia el final estaba algo más sensible una sensación que no me gustó mucho porque no la podía controlar. Cada dos días tenía revisión para ver cómo iban creciendo los folículos de donde se extraen los óvulos, crecen en torno a dos mm cada día y tenían que llegar a 18. Tuve que pasar por cuatro revisiones cuando lo normal son 3, pero bueno, mejor “despacito y con buena letra”. Pero cuando vez que casi casi alcanzas el final con la mano, cualquier retraso por mínimo que sea se hace eterno. Ya veis un retraso de dos días se me hizo un mundo.

¿Y qué decir de los sentimientos? Pues continuamos con los de siempre, creo que a lo largo de este proceso no han variado mucho. Sí es cierto que la ilusión supera el miedo, conforme lo vemos más cerca la ilusión va ganando, pero el miedo a lo “desconocido” sigue estando muy presente. Y es que amigos ya no queda nada, como nos dice la gente cuando lo comentamos: ¡pero es que es ya!

sábado, 1 de septiembre de 2018

13 días que reflejan un día clave: la punción


El día de antes estuvimos de concierto, que nos vino genial para liberar tensión y por dos horas no pensar en todo esto. En mayor o menos medida creo que pensamos en ello cada minuto del día.

Nos levantamos, Javi recogió sus soldaditos y listos para ir al hospital. Como si de una operación se tratase, nada de desayunar, ni de agua. Por suerte, no soy una persona que tenga mucha hambre, así que aguanté más de 12 horas sin comer nada, además, era por una buena causa.

En el hospital dejamos la muestra de Javi y a esperar que me llamaran. Al ser domingo tuvimos que bajar a darnos de alta en urgencias, junto con esta unidad debe ser lo único activo en todo el hospital.

Y llegó el momento, dentro me pusieron la vía con el suero y por donde luego me pondrían el sedante para dormirme durante el proceso de la punción. No es algo doloroso pero como te tienes que quedar muy quita prefieren dormir a la paciente. Por mi parte mejor porque fueron 15 minutos en los que no dejaban de pincharme los ovarios, así que no debe ser nada cómodo.

Os he dicho que no soy una persona con mucho hambre, pero parece que mi subconsciente sí, jajaja, me desperté pensando en patatas fritas del McDonalds, ¡a saber lo que estuve soñando! La parte negativa del despertar es que escuché una conversación entre la enfermera y el ginecólogo que me dio por pensar que no habían podido recoger ningún óvulo, el pesimismo afloró con fuerza.

Cuando salí de reanimación, Javi me esperaba con una gran sonrisa, pero ya se la fastidié cuando le comenté lo que había oído, menos mal que él siempre guarda la calma y me vuelve a centrar en la realidad. No quería decir nada solo habían dicho “¿cómo ha podido ocurrir?” no sé” y yo ya me había montado mi película en la cabeza.

20 minutos interminables hasta que el médico nos llamó para darnos el resultado, creo que no me podían temblar más las piernas porque todavía estaba con algo de anestesia, pero ¡madre mía que nervios! Pero el resultado no pudo ser más positivo, en la consulta nos esperaba el ginecólogo sonriendo y ya os digo yo que eso es algo muy difícil porque el pobre es un poco sieso y cuando intenta sonreír le sale una mueca un poco rara que da más miedo que otra cosa, jajaja. Pues eso, sonreía, había extraído 12 ovocitos ¡una docena! Un gran número teniendo en cuenta por todo lo que iban a tener que pasar después.



martes, 28 de agosto de 2018

Comienza a reflejarse la meta


¡Ya no queda nada!



Nos encontramos en la recta final, sí por fin, después de tanto tiempo esperando, ya nos quedan pocos kilómetros para ver la meta.

Lo sabemos, es posible que esto no funcione a la primera, pero sabemos que aunque no seamos padres a la primera, todo irá más deprisa y los intentos uno detrás de otro, ya no hay vuelta atrás.

A primeros de mes nos explicaron en qué consiste todo el proceso de estimulación ovárica. Ahora lo que toca es que mis ovarios generen gran cantidad de óvulos para poder tener más posibilidades de que crezcan como es debido y que sean fecundados. Cuantos más fecundados más posibilidades de tener embriones aptos para la transferencia.

La estimulación ovárica consiste en inyectarme hormonas entre 10 y 12 días. Después de los pinchotazos de hormonas llega la punción, en este proceso extraen los ovocitos que estén maduros. Una vez extraídos los fecundan en el laboratorio con los “soldaditos” de él y ¡ale a crecer!

A ver como llevo la estimulación porque cada mujer es un mundo con el periodo, así que en esto que es como tener varias menstruaciones a la vez, vete tú a saber. Tengo suerte de, normalmente, no sentir nada, así que espero que esto sea igual o con pocos efectos secundarios.

La punción es algo más compleja, el proceso no es que sea muy largo, pero como hay sedación todo llevará en torno a una hora y media. Ya he dejado dicho que si en ese tiempo no salgo de consulta, que pasen a despertarme, que me conozco y lo mismo me tiro allí tres horas, jajaja. En la punción extraen todos los ovocitos que estén preparados para ser fecundados y cuantos más haya mejor.

La fecundación es muy curiosa porque hay dos modalidades. La primera es que dejan que los espermatozoides hagan su trabajo solos, que fecunde el más rápido al óvulo. La segunda, eligen un espermatozoide y lo introducen dentro del óvulo. Las dos modalidades son igual de buenas, pero la segunda suele ser para los que tienen problemas de fertilidad que nosotros no tenemos. Así que, que elijan los especialistas el más adecuado, a nosotros mientras que funcione nos da igual cómo lo hagan.

Los embriones tienen que crecer entre 3 y 5 días antes de que me los trasfieran al útero. En este tiempo los estudiarán y descartarán aquellos que tienen la mutación genética. De los sanitos analizan su morfología para saber su tipología: los de tipo A (los mejores), los de tipo B (están bien, pero no lo suficiente para ser A), los de tipo C (estos son reguleros) y los de tipo D (no se descartan, pero no son muy buenos). Según la tipología las probabilidades de embarazo aumentan o disminuyen.

Una vez que están creciditos toca meterlos en el horno, esto es la transferencia. En este momento todavía estamos pensando en cuántos embriones transferir, con un máximo de dos, pero es posible que en función del tipo de embrión elijamos solo uno. Sobre esto, tenemos que pensar mucho por el hecho de tener solo un hijo, si puedo soportar un embarazo múltiple, si podemos permitirnos otro embarazo dentro de unos años, etc. Hay que analizar mucho: ver cómo se encuentra la aorta es clave para poder continuar con el proceso, además, no sabemos cómo serán nuestros embriones, así que para esa decisión hemos decidido esperar al día de la transferencia.

Y luego días después llega la Beta (análisis para ver si hay embarazo) y esta es la meta o el cartel de continuará.

¿Y qué sentimientos tenemos al estar tan cerca?

Pues la verdad que un poco de todo, sobre todo, miedo e ilusión. Ilusión por poder ser padres y miedo por poder ser padres. Si conseguimos nuestro propósito será una gran responsabilidad que sinceramente ilusiona, pero da miedo por no saber si lo haremos bien.

También tenemos miedo a no saber cómo vamos a reacción, principalmente yo, si la Beta sale negativa. Ahora mismo pienso que no pasa nada, volvemos a internarlo y listo, pero por mucho que quiera en estas cosas no controlo a mi mente. La teoría me la sé, pero en la práctica todo cambia. Es como en estos días, intento no pensar en la llegada de un bebé, pero mis sueños van por libre y por la noche mi imaginación vuela libre. Veremos…

Y en esta estamos, chicos, a punto de recorrer los últimos kilómetros de esta ardua carrera.

sábado, 25 de agosto de 2018

Se difumina el reflejo de 2017


Y llegamos al final de otro año, otro año sin ver la meta, otro año más de espera.

Al endocrino hemos ido dos veces en uno me mandó sal yodada. La mujer pensaba que la TSH bajaría solo cambiando de tipo de sal ¡Olé! Creo que ni pegando lametones a la sal cada vez que hubiese ido a la cocina hubiese sido suficiente, pero la mujer tenía fé y ella era la experta ¿no?

Pues como era de esperar la experta se equivocó y como se equivocó que encima aumentó, ¡llegué a casi 4! Vale que las navidades estuvieran por medio pero yo no soy de excesos y me dijeron que al ser una hormona eso no tenía mucho que ver. Así que pastillas al canto. Otra más, aunque esta es un poco puñetera porque la tengo que tomar 15/20 minutos antes de desayunar, así que pongo el despertador 15 minutos antes de la hora de levantarme, me tomo la pastilla sin levantarme de la cama y otra cabezadita antes de levantarse, jejeje. Es graciosa la cantidad que me ha mandado, tomo una al día salvo los sábados y domingos que tomo dos, dos pastillas era demasiado y una era poco, así que los fines de semana toca extra.

Ahora la decisión estaba en manos de la ginecóloga ¿seguimos adelante a pesar de la TSH o esperamos a que se estabilice? El informe de la endocrina era muy ambiguo “TSH elevada para iniciar tratamiento de fertilidad”.

Por suerte la ginecóloga dio el visto bueno porque con la medicación la TSH bajará enseguida, así que decimos adiós al 2017 con la cita para poder decir que comienza la recta final.


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